El director del Conicet Santa Fe se sumó a las críticas de la mirada del candidato presidencial Javier Milei sobre el organismo de ciencia y técnica del país. Y puso en valor la excelencia de los investigadores locales.
Ante estas declaraciones -proveniente del precandidato más votado en las Paso-, Piña manifestó en diálogo con El Litoral que en materia ambiental, por ejemplo, quién va a controlar el daño si no es el Estado a través de sus investigaciones. Por lo que, privatizar esa área del conocimiento como otras, sería «como darle a los lobos a cuidar las ovejas».
-¿Qué le diría a Milei acerca de sus dichos sobre privatizar el Conicet? ¿Se puede hacer tal cosa?
-Acá hay un montón de cosas que se pueden hacer, lo que pasa que hay que ver si son coherentes o no. En este caso sería algo incoherente, que va en contra de lo que él pretende defender que es el país y su desarrollo. El acceso a un montón de servicios, de conocimientos y de desarrollos que hoy hace el Conicet a partir del apoyo del Estado, se haría inviable con esta propuesta de pasarlo a manos privadas. Todos los trabajos que incluyen a la gente más necesitada, a desarrollos donde el producto que se espera obtener no genera ganancias suficientes, quedarían olvidados. El caso del Chagas, por ejemplo, si no investigamos y si el Estado no financia esos estudios, no va a haber ningún laboratorio que lo haga porque a la gente a la que después le tendría que vender algún remedio o solución, no tendría recursos para pagarlo. Por lo tanto, la solución es: no hagamos nada. Y pasamos a tener un peor país porque muchos de los desarrollos que hemos tenido de Vaca Muerta, de baterías de litio o estudios durante la pandemia del Covid-19, sólo fueron posibles a partir de la presencia del Estado colaborando en ciencia.
-También tenemos ejemplos de muy buenos desarrollos e investigadores en Santa Fe…
-Por supuesto, el CCT Santa Fe (Centro Científico Tecnológico) es un orgullo para el Conicet; tenemos gente muy formada y todos los años, investigadores nuestros reciben premios importantes. Recientemente la doctora Chan ganó el premio Bunge y Born; el año pasado el doctor Ortega, Eduardo Miró, y otros en el pasado que también fueron reconocidos. Tenemos gente de muy buen nivel que está trabajando en mejorar distintas áreas del país. Pensemos, por ejemplo, en el ambiente: uno puede decir que algunas áreas pueden generar riqueza pero, por otro lado, cualquier actividad que se desarrolle tiene algún impacto ambiental. Si desaparecen el Conicet y las universidades ¿Quién controlará el daño ambiental? ¿Quién puede servir para evaluar algún tipo de proceso? ¿Una empresa privada? ¿Le vamos a dar a los lobos a cuidar las ovejas? Entonces, ese tipo de procesos son los que uno pierde como país al no tener estos desarrollos. Cuando tenemos un problema y no desarrollamos la solución -porque no tenemos quien lo haga-, el resultado es tener que comprar afuera, llevar la economía a productos primarios y exportar sin valor agregado; porque el conocimiento genera valor agregado.
Ciencia básica
-Uno se puede preguntar también, en esta mirada tan productivista que propone Milei, en qué lugar queda la «ciencia básica», con sus investigaciones que llevan décadas sin que se vea quizá un desarrollo o resultado práctico.
-Esa es justamente la parte que dejaría de ser financiada, todo tendría un objetivo inmediato y los mayores descubrimientos surgen a partir del conocimiento: encontramos tal producto, tal hipótesis, tal situación y a partir de ahí surge el ingenio de las investigadoras y los investigadores en entender que ese producto o ese descubrimiento tiene una implicancia y da pie a desarrollar una tecnología. Santa Fe con el Parque Tecnológico Litoral Centro es un ejemplo de eso: tenemos cerca de 23 empresas incubadas, todas ellas a partir de estudios realizados entre Conicet y la UNL que se iniciaron en un laboratorio, con una idea, con una hipótesis allá en algún momento y hoy se están transformando algunas de ellas en empresas consolidadas o incipientes otras, con contratos de gente de alta formación académica que hoy está trabajando. Un dato importante es que las dos empresas que más exportan de la ciudad de Santa Fe son empresas radicadas en el Parque Tecnológico.
-O sea que surgieron a partir de una investigación científica.
-Exactamente, surgieron a partir de un laboratorio de acá y se fueron desarrollando y creciendo.
-Convendría en este punto recordar por qué se hace ciencia y cuál es su importancia.
-El objetivo de la ciencia es el conocimiento. ¿En qué áreas? En Santa Fe, desde el Conicet trabajamos en cuatro grandes áreas de investigación: biológicas, tecnológicas, exactas y sociales.
-No estamos hablando tampoco de que la ciencia le de la espalda o se contraponga al sector productivo y de servicios.
-En absoluto, esa visión iría incluso en contra de lo que el Ministerio de Ciencia y Tecnología nacional, las secretarías de Ciencia y Tecnología de las provincias o el COFECyT (Consejo Federal de Ciencia y Tecnología), tienen planteado. La idea es que la ciencia colabore con la sociedad, y el proceso industrial es parte de la sociedad y lo estamos apoyando. Hay un montón de convenios del Conicet con empresas grandes y medianas, con asociaciones de trabajadores, en los que el sistema científico se pone a estudiar una temática de interés conjunta y que muchas veces termina en un producto que la empresa usa. En eso hay muchos ejemplos: asociaciones de productores, empresas recuperadas a menos de cooperativas, pequeños productores de canabis, por ejemplo; es decir, todos aquellos que tienen alguna temática especial, nuestras áreas de Vinculación del Conicet la escuchan y vinculan a esos actores con investigadores, principalmente, los cercanos, para tratar de brindarles una solución.
¿Volver a los ’90?
-Ya hemos atravesado épocas en el país en que algún ministro mandó a los científicos «a lavar los platos», y en que veíamos que los investigadores se iban del país a hacer sus carreras afuera…
-Estás contando los ’90. A mí me tocó pasar una etapa en la Universidad y la última como becario del Conicet, y fueron épocas muy tristes para la ciencia. Entendamos que la ciencia es un proceso que lleva su tiempo; esto no es, me siento y «Eureka!», inventé algo. Es un proceso muy largo, minucioso, terriblemente técnico y, finalmente, se puede llegar a algún producto que pueda ser comercializable. Pero ése no es el fin de la ciencia por sí misma; en todo caso es una ventaja que, al conocer algo, podamos hacer otros desarrollos, como el que usamos ahora para comunicarnos a través de un celular. Con respecto al desarrollo, cuando cortamos el proceso de investigación, tiramos por la borda toda la inversión previa para llegar al producto. O sea, cuando estamos cerca de encontrar algo o de resolver alguna problemática, otra vez cortan los financiamientos o aparecen estas miradas distópicas de la realidad que terminan haciendo que todo ese trabajo previo quede en la nada. Y entonces, las investigaciones que se están desarrollando en distintos países en temas similares, viene el que está a la par tuyo y lo termina capitalizando. Y cuando es una patente o un proceso, ahí donde se nota la inversión, la soberanía que estamos perdiendo por no tener el recurso necesario.
-Digamos que aunque no se lleguen a posturas extremas como cerrar o privatizar el Conicet, sí quizá se lo vacíe de recursos públicos y también caeríamos en esta situación que usted describe.
-Lo que hasta ahora fue un proceso de repatriación de investigadores e investigadoras, pasaría a ser a la inversa, o sea, una nueva oleada de expulsión de científicos, de becarios doctorales, que se terminarán yendo. Como país hicimos todo un esfuerzo de formación a partir de las universidades públicas y, si después terminan yéndose, porque los investigadores que conozco son altamente apasionados de sus trabajos y van a querer seguir investigando, vamos a perder nuevamente un montón de gente capacitada y formada que fue la que sirvió para afrontar, por ejemplo, el Covid. Muchos de los que trabajaron en ese tema, no necesariamente estaban investigando algún virus pero pusieron sus conocimientos y su expertise en esta nueva temática para tratar que, como sociedad, salgamos de la mejor manera. Cientos y miles de vida se deben haber salvado por las acciones del sistema científico: desarrollo de barbijos, generación de nuevas formas de respiradores, entre otros trabajos que se hicieron a destajo para resolver estos problemas.