El especialista, autor de un libro sobre inteligencia artificial para educadores, sostiene que no se debe confundir esta nueva tecnología con otras anteriores. Esta es más importante. Como primer paso, sugiere conocerla y entender por qué se habla de ella a nivel mundial.
«Inteligencia Artificial para educadores» es el título del libro que escribió Pablo Bongiovanni, en el que propone un acercamiento hacia la IA, a modo de guía para los educadores, con aportes para los niveles inicial, primario, secundario y superior. «Nunca antes en la escuela tuvimos una tecnología que aprendiera, que imitara al ser humano», advierte en una entrevista con El Litoral.
Bongiovanni es profesor en Ciencias de la Educación, postítulo de Especialización en TIC, doctor en Educación, director EESOPI N° 8106 «Don Bosco» y profesor en la Universidad Católica de Santa Fe. Actualmente, además, es capacitador en instituciones educativas de nuestro país y del exterior.
La Inteligencia Artificial (IA) es una disciplina que se dedica al estudio y desarrollo de sistemas informáticos que realizan tareas capaces de imitar la inteligencia humana. En los últimos meses viene teniendo un impacto en el sistema educativo, y «los docentes en primer lugar, tenemos prácticamente la obligación de entender qué es lo que está pasando para no quedarnos afuera», dice el doctor en Educación, al tiempo que asegura que «los dilemas que tradicionalmente aparecían a la hora de la evaluación, ahora se ven potenciados».
-A partir de su experiencia en colegios secundarios y en la universidad ¿Sabe si los estudiantes están usando el ChatGPT para hacer trabajos prácticos?
-Sí, lo están usando; un primer balance dice que se aceleró el uso a un mes o mes y medio de iniciadas las clases. En la universidad es un tema con otro nivel de análisis y donde los alumnos también tienen otra mirada sobre la inteligencia artificial. En tanto, en el nivel secundario veo que prácticamente todos los chicos conocen este chat; son pocos los que no saben de esto, y lo mismo sucede con los profesores. Como docente, si recién estás empezando a conocer de qué se trata, te perdés por dónde van los chicos y a qué velocidad. Por ejemplo, nos ocurren ya situaciones complejas: los alumnos dicen que no saben de qué se trata, pero en realidad sí saben y la están usando para resolver actividades y porque suponen que el profesor no entiende nada.
-La IA representa claramente un desafío para los docentes ¿Ante qué situaciones o áreas?
-La IA tiene un gran impacto en el ámbito educativo y plantea el desafío de repensar estrategias, roles docentes y nuevas metodologías de enseñanza y aprendizaje. Los dilemas que tradicionalmente aparecían a la hora de la evaluación, por ejemplo, ahora se ven potenciados. Con Google, un profesor de secundaria o de la universidad enseguida podía detectar si el ensayo fue escrito por el adolescente o el joven, o bien este lo bajó de Internet. Ahora, es muy distinto con el ChatGPT. Si un docente no sabe de qué se trata la inteligencia artificial y un alumno hace una actividad utilizando el chat para elaborar un ensayo, pidiéndole que desarrolle un tema como si fuera un adolescente de 15 años, entonces al docente prácticamente le será imposible darse cuenta de si un trabajo fue escrito por el chico o por la computadora porque estará hecho con un vocabulario y con un determinado nivel de complejidad acorde a ese perfil. De igual manera, hay cuestiones relacionadas con la imagen, con los audios y videos; hablábamos con profesores de Arte de incluir estas herramientas en sus materias porque el Arte Digital no es algo que se invente por medio de la inteligencia artificial pero sí se potencia.
-Usted dice que es prácticamente imposible reconocer si un ensayo lo hizo un alumno o el chat de IA. ¿Qué le sugiere al docente hacer ante esta situación?
-No te das cuenta porque justamente ese es el «abc» de la IA: intentar imitar la inteligencia humana. Y tiene un alto nivel de originalidad. Ante esto, en primer lugar, los docentes tenemos prácticamente la obligación de entender qué es lo que está pasando para no quedarnos afuera y también para poder transmitir al resto que no entiende, sean pares adultos o sean chicos que están perdidos, que nunca lo aprobaron, porque la famosa brecha digital con la IA empieza a ser más amplia. Después, tenés los estudiantes de la universidad que llegaron con mucha práctica en ChatGPT, ya elaboraron trabajos, fueron corregidos y hasta discutieron con los profesores sobre su autoría.
Ni tecnofobia ni tecnofilia
-¿Es un peligro para la educación? ¿Es el fin de los trabajos prácticos?
-La postura ante esto se basa mucho en la posibilidad de experimentar o no con esta innovación; o sea, cuando los profesores todavía no lo experimentaron de primera mano, no lo probaron, pueden aparecer las posturas extremistas: la famosa «tecnofilia» o la adhesión a que toda nueva tecnología es buena y que todo tiene que girar en torno a ella a partir de ahora; o bien la «tecnofobia», pensar que toda tecnología nueva, es mala. Entonces, no irnos a los extremos, sino buscar el justo medio, tal como se hace con otras tecnologías. Pero con la salvedad, el asterisco o pie de página importante de que esta tecnología no es una herramienta más, una App más. Basta con escuchar a los ingenieros de la IA que están advirtiendo por lo que pueda llegar a pasar. Más allá de los intereses económicos de por medio, es llamativo que más de mil expertos y académicos hayan firmado un documento llamando a que se frene la investigación por seis meses. Aunque todo esto suene lejano y muy técnico, hay que leer o tratar de entender su magnitud. Estamos en un momento de quiebre por algo que pasó a partir del 30 de noviembre del 2022, y ese algo que pasó es que apareció el ChatGPT, que es un indicador de que estamos en un momento distinto en la investigación al de hace dos o tres años.
-¿Qué otras recomendaciones le haría a las comunidades educativas: que pongan el tema en debate, que busquen estrategias?
-Las experiencias más enriquecedoras en educación son las que toman un fenómeno global como éste y lo pueden apropiar a su realidad. Entonces, una consigna de trabajo que yo tenía pensada darles a mis alumnos esta semana, se la pido al ChatGPT o a cualquier otro chat de inteligencia artificial y es una manera de hacer el click, la entrada, con mis alumnos. Es decir, si a esto lo pueden hacer fácil y rápido con ChatGPT, entonces lo que vamos a hacer son varios bocetos o borradores y lo que yo voy a corregir es cuánta perfección le pueden aplicar a ese primer texto. Ahí los profesores entenderán, en principio, que esto funciona con «prompts», que son instrucciones que le tengo que dar a la inteligencia artificial para que produzca un texto, imagen o video. Entonces, por ejemplo, puedo enseñarles a mis alumnos a que le expliquen al chat exactamente lo que quieren y después corrijan, que ellos sean los editores. Ahí habrá un montón de procesos a nivel de aprendizaje y esto también implicará muchas modificaciones en la enseñanza: tengo que pensar en las consignas que voy a dar y ver cómo las modifico en relación a la inteligencia artificial.
Escuela, futuro y preparación
-Sucede también que muchas escuelas están en otra instancia con las tecnologías: por ejemplo, viendo cómo eliminar el celular de las aulas porque los chicos se distraen mucho; también con una vuelta a lo básico, al papel y al libro…
-Es que no hay algo así como «una forma de usar Internet en el aula» o «una forma de usar inteligencia artificial en el aula». Creo que esto no puede ser descontextualizado en tanto y en cuanto la escuela es una segunda oportunidad. En un contexto donde la función de la escuela es acercar el conocimiento y abrir los ojos al mundo, hoy es muy importante que además de conectarse a Internet, aprendan, entiendan y comprendan de qué se trata la inteligencia artificial. Dado que en otros ámbitos como la casa, la sociedad o su vida personal, los chicos tienen una amplia disponibilidad de tecnología y de conexión a Internet, a lo mejor la segunda oportunidad de la escuela sea la desconexión. Por eso también hay tantos proyectos innovadores que no incluyen la tecnología porque, justamente, los chicos tienen mucho tiempo de pantalla en la casa, y ahí la escuela es la oportunidad de pensar con papel y lápiz. Entonces, no la podemos descontextualizar pero sí tener en claro que más allá de la discusión actual de cómo usar la IA a nivel pedagógico y didáctico, el futuro va a estar repleto de inteligencia artificial. Tenemos que saber o entender que el futuro en el que van a vivir esos chicos, en el que van a trabajar, se van a relacionar, van a socializar, va a estar repleto de inteligencia artificial. La gran diferencia va a estar en quienes estén preparados o no para ese futuro.
-En otras épocas también se habló de la incorporación de distintas tecnologías a las aulas ¿La inteligencia artificial es de mayor trascendencia por el tipo de cambio que supone?
-Es más importante el cambio que supone porque nunca una innovación tecnológica que estudiamos en Tecnología Educativa o que incorporamos en la escuela -como tradicionalmente fue la radio, la televisión, el cine, la videocasetera e incluso la computadora-, fue un tipo de tecnología que «aprende». O sea, el aprendizaje era algo exclusivo de los seres humanos. Si bien hay que decir que en el tema del e-learning, de tecnología educativa, hace mucho tiempo que se habla del aprendizaje adaptativo, que es una serie de distintos caminos que la tecnología te ofrece dependiendo de tu nivel de expertise: si vos das respuestas buenas, la computadora te va dando cada vez más complejidad; y si vos te equivocas, se adapta el camino y te hace preguntas menos complejas. Pero no hay que confundir la IA con ese tipo de adaptación, que tiene que ver con la personalización del aprendizaje a distintos ritmos y demás, porque nunca trabajamos con una tecnología que aprende, nunca tuvimos computadoras o softwares que intentan emular la inteligencia humana. Creo que ahí está la base: en la escuela trabajamos con el aprendizaje y ahora el fenómeno mundial es que no solamente aprenden los seres humanos, sino también las computadoras. El desafío es entender por qué esta tecnología es tan importante o por qué revoluciona al mundo: porque la finalidad de esa inteligencia es parecerse al ser humano y porque es una forma de aprendizaje que nadie conoce en profundidad fuera del ámbito de los expertos.
